Ésta vez cedo el lugar a un mail que me
fue enviado hace algunos meses x Graciela Cros:
Sal con una chica que lee (Por Rosemary
Urquico)
Sal con alguien que se gasta todo su
dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset
porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista
de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción
a una biblioteca.
Encuentra una chica que lee. Sabrás que
es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha
comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las
librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves
a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una
librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las
páginas de un libro, y más si están amarillas.
Es la chica que está sentada en el café
del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su
taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota
encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que
el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena
de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas.
Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.
Invítala a otra taza de café y dile qué
opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de
Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo
hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si
quisiera ser ella.
Es fácil salir con una chica que lee.
Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un
regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a
Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son
amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y
ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro
favorito. No será culpa tuya si lo hace.
Por lo menos tiene que intentarlo.
Miéntele, si entiende de sintaxis
también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras
cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.
Fállale. La lectora sabe que el fracaso
lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre
existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se
puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También
es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.
¿Por qué tener miedo de lo que no eres?
Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes
de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga
Crepúsculo.
Si te llegas a encontrar una chica que
lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y
abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es
probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a
ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por
un tiempo, siempre lo son.
Le propondrás matrimonio durante un
viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la
pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta
sea por Skype.
Sonreirás con tal fuerza que te
preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre
ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con
nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in
the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los
inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro
mientras tú sacudes la nieve de tus botas.
Sal con una chica que lee porque te lo
mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas
imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a
medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los
mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.
O mejor aún, a una que escriba.
***
Con cariño a las chicas que leen y a las
que escriben, y también los varones que conocen a esas chicas.